Graciela Saez, coordinadora del Archivo Histórico Municipal de Ituzaingó

Facundo Valdez, Director del Museo Histórico Municipal de Ituzaingó

 

El Archivo Histórico municipal de Ituzaingó y la creación de su archivo

Los nuevos municipios del conurbano bonaerense creados por Ley provincial, que  surgieron  a partir del “Proyecto Génesis 2000”, marcan un hito en la historia del complejo territorio que rodea la ciudad de Buenos Aires. Así, el Municipio de Ituzaingó  nacía el 10 de diciembre de 1995, precedido por una rica historia entroncada con el Partido de Morón.

A pesar del fuerte sentido de pertenencia de los vecinos, a los que se suma una larga tradición separatista con respecto a la cabecera del antiguo Partido, se torna necesario continuar afirmando desde el Estado municipal la identidad de la comunidad que lo integra. Se plantea un desafío en cuanto al abordaje de su historia y la implementación de metodologías y políticas culturales relacionadas con su identidad, la tradición histórica del área y la preservación de su patrimonio.

En este caso nos referiremos a la creación del Archivo histórico municipal dentro del ámbito del Museo histórico, creado hace tan solo cuatro años. Al criterio propio de los archivos tradicionales, hemos sumado la participación de la comunidad, mediante acciones que la identifiquen con su propio pasado (talleres de historia en los barrios, campañas de preservación, muestras). Asimismo estamos trabajando fuertemente en la difusión, tratando de llegar a la mayor cantidad de vecinos tanto desde las formas tradicionales  como utilizando todas las posibilidades que ofrecen las nuevas formas de comunicación.

En este informe nos referimos a la creación del Archivo histórico municipal, donde al valioso material donado por vecinos se suma la investigación realizada en algunas publicaciones como la Revista Caras y Caretas.




Ya han pasado casi veinticinco años desde la creación del Partido, en la que acompañando la vida institucional y el desarrollo socio económico existe un activo movimiento cultural. Pese a ello  recién en el año  2014 fue creado el Museo histórico, que lleva adelante numerosas actividades y proyectos.

Nos toca a nosotros organizar el archivo histórico municipal.  Este archivo se compone de una importante donación realizada en vida por Rolando Goyaud, que fue un investigador y difusor de la historia local. Tenía en su casa valiosos elementos, tanto objetos como documentos que fue  atesorando y que generosamente brindaba a los vecinos y colegas que se interesaran en la historia de Ituzaingó. Todo ese material está siendo clasificado y puesto en valor para integrar nuestro archivo en formación. También ha sido un significativo aporte el material cedido por el Dr. Alberto Guercio, destacada figura de la cultura local con sus préstamos y donaciones que han pasado a integrar nuestro acervo patrimonial. Agregamos a los nombrados la vasta investigación realizada por el Prof. Esteban Orlandini,  en varios repositorios  internacionales y nacionales, que han pasado a integrar nuestro archivo digital. Se suma a lo enumerado el relevamiento del material referido a Ituzaingó que aparece en la Revista Caras y Caretas, que hemos relevado gracias a la publicación de la totalidad de sus números aparecidos entre 1898 y 1939, que ha subido a la web la Biblioteca Nacional de España. Sobre este último trabajo haremos nuestro informe.




 

Caras y Caretas

 

La revista Caras y Caretas, (1898-1941) fue una publicación pionera por su carácter popular y masivo. No estaba destinada a una elite sino que por sus especiales características iba dirigida a un público amplio y heterogéneo. Se trataba de una empresa periodística moderna que basaba su atractivo en la preponderancia de las imágenes y la variedad de la temática abordada y tal como lo anunciaba su portada en los primeros años, era un «Semanario festivo, literario, artístico y de actualidades». Luego pasó a ser una ”revista semanal ilustrada”, gracias a los más de cien dibujantes y unos noventa fotógrafos que nos ofrecen uno de los registros de imágenes más importantes de la historia del periodismo de las primeras tres décadas del siglo XX.

 

Dentro de la multiplicidad de temas que reflejaban sus páginas, la publicación daba una especial importancia y un espacio considerable a la vida social de los clubes y asociaciones tanto de los barrios de la capital como de las localidades y pueblos de todo el país. Dentro de ese esquema es que encontramos la mayoría de las referencias a Ituzaingó. Pero también aparecen artículos sobre instituciones de salud, conmemoraciones  y notas de color.




 

Ituzaingó

 

Es importante aclarar que Ituzaingó en la época que abarca la Revista, era una localidad que formaba parte del Municipio de Morón. Era predominantemente rural con un pequeño núcleo urbano de pocas manzanas en torno a la estación del Ferrocarril Oeste. La estación había sido inaugurada en el año 1874, año en que se realizó el loteo de los terrenos circundantes. Esta localidad era conocida como Santa Rosa, pero el nombre de la estación fue Ituzaingó en honor a la batalla del mismo nombre ocurrida el 20 de febrero de 1827 en Rio Grande del Sur. A partir de allí el uso y costumbre hizo que se la llamara Ituzaingó, dejando atrás el nombre originario del paraje.

La época que hemos investigado, recibió como todo el partido de Morón la llegada de inmigrantes europeos, especialmente italianos y españoles que se establecieron en la zona rural o con pequeños emprendimientos comerciales y artesanales en torno a la estación ferroviaria. La localidad se caracterizó por su actividad agrícola, consistente en quintas de producción  de frutas y verduras, olivares y viveros. A ello se agregaban los hornos de ladrillo y algunas industrias vinculadas al campo como la cría de caballos, tambos y graserías.





Estos establecimientos coexistían con las quintas de veraneo de los porteños ricos que pasaban largas vacaciones al igual que en Castelar, Haedo y Morón, localidades con las que compartían su pertenencia a esta última que era la cabecera del partido. Esto determinaba un paisaje donde  se destacaban lujosas mansiones como las de las familia Seré, Leloir, y Agrelo.

Este período que hemos denominado el “tiempo de las quintas” [1] se extiende entre las últimas décadas del siglo XIX y los años treinta del siglo XX en que ante la incipiente industrialización y la llegada de migrantes internos que venían a establecerse, los terrenos de las antiguas quintas  comenzaron a lotearse, dando lugar al  lento surgimiento de nuevos barrios, con un notable crecimiento poblacional.

 

El vacío documental

 

Es importante consignar que la historia de Ituzaingó, por tratarse de una localidad  predominantemente rural y escasamente poblada no posee una historia muy rica en cuanto a abundancia de acontecimientos  en el siglo XIX y comienzos del XX. Su vida institucional, económica y cultural comienza a hacerse más compleja a partir de las décadas del 30 y el 40 del siglo XX.




El hecho más relevante que nos ofrece el espacio que en la actualidad es el Municipio de Ituzaingó es la existencia, en el período colonial, de una posta junto al Rio Reconquista, donde se encontraba el Puente Márquez. En ese espacio se desarrolló el 26 de abril de 1829 la Batalla de Puente Márquez, en que las fuerzas de Juan Manuel de Rosas derrotaron a las de Juan Lavalle. Por tratarse de un verdadero hito ya que marcó el comienzo de un período importante dentro del nuestro proceso histórico, existe abundante bibliografía, pero este hecho no está especialmente asociado a la historia de la localidad de Ituzaingó.

Como decíamos anteriormente la actividad de la localidad comienza a hacerse más importante y documentada a partir de los años cuarenta. Recién desde de esa época contamos con algunas investigaciones. Cabe consignar que por diferentes causas no se han conservado periódicos locales de ese período, a pesar de haber existido varios.

Muchos de los relatos existentes son apenas fuentes orales que a pesar de su enorme valor, no han podido confrontarse hasta el momento con otro tipo de documentación.




 

Por estos motivos y a pesar de no ser abundante la información que nos ofrece Caras y Caretas, el material obtenido viene a llenar en parte ese vacío existente en la historia de Ituzaingó. A ello sumamos las noticias que los periódicos, tanto de Morón como de Merlo, sus vecinos geográficos más próximos, incluían como secciones especiales en sus publicaciones y algunas notas en la prensa nacional.

Se trata de un relevamiento que permite cruzar los datos que aporta esta publicación con los pocos elementos que poseemos de comienzos del siglo XX en Ituzaingó.

 

En cuarenta y un años que duró la publicación de Caras y Caretas, Ituzaingó aparece en sus páginas en cuarenta y cinco oportunidades.  La mayoría son imágenes con un  breve epígrafe. En tanto algunos tienen varias páginas con textos más extensos y grandes fotografías. De las referencias existentes, treinta son de carácter social, tres informan sobre conmemoraciones históricas, tres sobre inauguraciones, cuatro acerca de instituciones, una corresponde a un obituario y tres son notas de color, una dedicada a un poeta residente en la localidad, otra es una curiosa nota acerca de un linyera y por último un artículo sobre un accidente aéreo.




 


La vida social

 

La primera referencia corresponde al año1907 [2] y es una fotografía  de un almuerzo en una quinta. Esta será la primera de una larga serie de imágenes que registran  grupos de personas en fiestas organizadas por clubes sociales y en algún caso deportivos, picnics, banquetes, quermeses a beneficio, donde los concurrentes en general no aparecen con nombre y apellido,  por el hecho de que la cantidad de retratados es muy grande. Hay fotos donde hay más de 80 personas. En algunos casos aparecen los nombres de las señoritas, y en otros, cuando se trataba de eventos especiales, como bodas o aniversarios, si aparece el apellido de la familia.

Un dato interesante es que los apellidos en general no corresponden a los de los vecinos afincados en la localidad por ese tiempo, sino a los de las familias que poseían quintas de veraneo en la localidad, que eran muchas. Al igual que en los vecinos pueblos de Castelar y Morón entre los años 1880 y 1930 la zona se habían convertido en exclusivo lugar de veraneo donde las familias pudientes de la capital pasaban largas vacaciones. Este hábito inspirado en los ingleses se había generalizado en varias localidades de las afueras de Buenos Aires. En la zona oeste a partir del establecimiento de las nuevas estaciones ferroviarias de Ituzaingó y Castelar que se sumaban a la de Morón, el transporte desde la capital resultaba rápido y cómodo. Así las familias porteñas de la oligarquía edificaron lujosas mansiones, con hermosos parques diseñados por paisajistas, donde  coexistían fuentes, jardines floridos y arboledas, que aún persisten  en algunas áreas como el Parque Leloir.




El paisaje de la localidad no solo ofrecía tierras altas,  aire puro y una nutrida vegetación sino que el Rio Reconquista, se había convertido con sus aguas aun cristalinas, en un paseo obligado al que se podía llegar cabalgando hasta el balneario que estaba en sus orillas, donde se practicaban deportes, se hacían picnics y reuniones campestres que han quedado reflejadas en las páginas de Caras y Caretas.

Una de las familias que aparece repetidamente en la publicación - tanto organizando eventos como prestando sus instalaciones - es la de Firpo,[3] quien poseía un importante “criadero de olivos, y un muy bien abastecido vivero  que ofrecía plantas frutales, forestales y de adorno, además de semillas forrajeras y gramíneas del país y el extranjero.




Investigando los apellidos que aparecen en los epígrafes de las fotografías, hemos detectado que muchos de los vecinos poseedores de importantes residencias en Ituzaingó también las tenían en Mar del Plata. Las imágenes más reiteradas de las “reuniones danzantes” y beneficios  son las de Dancing Club y el Shimmy Club.[4] Curiosamente no tenemos ninguna otra referencia de ellos en otras publicaciones o relatos orales. Evidentemente estas dos instituciones no tuvieron demasiado arraigo ni continuidad dentro de la comunidad, lo que nos lleva a afirmar la idea de que quienes participaban de estos eventos no vivían en Ituzaingó y se trataba de veraneantes  o visitantes, que asistían a esta movida vida social. Lamentablemente las fotografías que registran estos bailes no dicen en su epígrafe  más que la localidad y el nombre del club, pero el análisis de las fotografías nos descubre otros elementos como los interiores de los edificios, la gran cantidad de asistentes, la ordenada forma en que los participantes se ubicaban para la foto: las señoritas sentadas adelante, con sus vestidos cortos estilo twenty, ya que la mayoría de las imágenes son de la década del veinte y los caballeros parados detrás,  de riguroso traje y moño.

Otras instituciones que aparecen y que permanecieron en el tiempo, congregando a los vecinos afincados, son el Club Social Ituzaingó, el Club Gimnasia y Esgrima, Club Atlético Porteño, Unión Juvenil y el Centro Cultural Rivadavia. [5] Se trata generalmente de clubes que empezaron a funcionar en la década del treinta.




En cuanto a los picnics, costumbre generalizada en la época, las fotografías nos muestran nutridas reuniones, donde posan para el fotógrafo hombres con ranchos de paja, mujeres y niños en actitud relajada, algunos incluso recostados, en general con ropa clara y liviana. Aparecen en primer plano, bandoneones y guitarras que muestran el carácter festivo de las excursiones que generalmente iban a alguna quinta (la de Firpo en reiteradas ocasiones), o al Puente Márquez.[6]

Las fotos de carácter social, generalmente posadas, evidenciaban el gusto de gran parte de la sociedad argentina por ver su imagen publicada. Por esa misma razón tal vez no importaba demasiado que apareciera o no el nombre de los retratados, lo importante era “salir en Caras y Caretas” La variedad de imágenes que presenta la revista nos informa “De las familias de la “alta sociedad” y de obreros en huelga. Policías y supuestos delincuentes, miembros de la aristocracia y habitantes de los conventillos. Todos compartían el gusto por verse fotografiados, experimentaban la novedad y el deseo de verse en formato impreso en un medio masivo. Pero si bien era un fenómeno que atravesaba a todas las clases sociales las imágenes de sectores de la élite ocupaban espacios relevantes mientras otros grupos sociales eran representados de manera estigmatizada.” [7]





Otras notas e imágenes corresponden a inauguraciones y conmemoraciones. La más antigua  es la colocación de la piedra fundamental del monumento a la Batalla de Ituzaingó en abril de 1911,  cuando se cumplía el 85° aniversario.[8] Abarca toda una página y tiene  varias imágenes. Se observa una importante concurrencia, con autoridades representando al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, José Inocencio Arias y varias figuras de relevancia en la vida local como los señores Emilio Agrelo, Angel Diez Mori y el Dr. José Arce, entre otros.

Es interesante destacar que ese monumento nunca llegó a concretarse, pero si queda la base, que en reiteradas ocasiones sirvió de “escenario” para distintos acotos realizados en la plaza.

Otra conmemoración registrada por Caras y Caretas es una fiesta que se realizó en el Club Atlético Porteño, donde puede verse la tribuna de madera, con  una elegante concurrencia de señores en los primeros planos y señoras con grandes sombreros sentadas en las gradas traseras. Las fotos reproducen las imágenes de los jugadores de futbol del team de Combinados y de su contrincante Estudiantil porteño, en tanto las restantes muestran a los  ganadores de las carreras de postas.[9]




Otra referencia importante es la inauguración  del Cine Teatro Ituzaingó, en  marzo de 1925, [10] en una breve nota donde las imágenes reproducen la fachada del edificio y el público asistente llenando la sala del que sería uno de los sitios emblemáticos de la localidad por tratarse de un lugar de reunión de los vecinos durante muchos años.

A pesar de ser Ituzaingó una localidad muy pequeña, que de algún modo siempre ocupó un lugar secundario ante la importancia de Morón, cabecera del Partido, este fue un período en que el crecimiento poblacional  producido por la llegada de extranjeros primero y luego migrantes internos vio nacer una gran cantidad de clubes, bibliotecas, sociedades de fomento, centros criollos, asociaciones vecinales, tanto de carácter social como deportivo que dieron vida a los pueblos y creando fuertes lazos dentro de la comunidad. Las  páginas de Caras y Caretas dan la pauta de este movimiento social  al que se agrega la inauguración de los cines de barrio y la radio promoviendo a su vez esta forma novedosa de sociabilidad y uso del tiempo libre. La propaganda acompañaba a su vez las nuevas posibilidades de esparcimiento de los lectores.




Los avisos de José M. Ariza

Volviendo a los primeros años del siglo XX, durante el año 1908 aparecen en Cartas y Caretas tres avisos que se relacionan directamente con el loteo de un antiguo barrio de Ituzaingó. Se trata de Villa Ariza.

El empresario José M. Ariza fabricante de cigarrillos había creado una original estrategia para intensificar la venta de sus cigarrillos marca Rico Tipo, premiando a sus consumidores con un lote en las tierras de su propiedad con solo reunir cierta cantidad de paquetes. Uno de estos loteos era en Ituzaingó.




Se trata de tres importantes publicidades a página entera donde el empresario José M. Ariza promociona su marca de cigarrillos Rico Tipo de una manera curiosa. Aparece en cada uno  con una foto de cuerpo entero que ocupa casi toda la hoja en actitudes “persuasivas”: brazo en alto señalando con su índice, otra mostrando un título de propiedad y la tercera pegando con un gran martillo en un yunque. Con enormes letras dice: Yo soy Ariza…he trabajado y trabajaré sin descanso hasta llevar al convencimiento de todos que fumando cigarrillos RICO TIPO, se fuma gratis, se hacen propietarios sin gastar un solo centavo y se cimenta una fortuna. Pida datos a mi escritorio Balcarce 375. J.M Ariza. [11]







Si bien los avisos encontrados no se refieren especialmente al loteo de Ituzaingó sino a otro que promocionaba en el pueblo de General Rodríguez: “20 manzanas divididas en 352 lotes de 500 varas cuadradas cada uno para los fumadores de cigarrillos Rico Tipo” y agregaba: “Este es el Título provisorio del Premio Ariza para los fumadores de mis cigarrillos”, las condiciones eran las mismas. En Ituzaingó José Ariza poseía sesenta y ocho manzanas de tierras compradas a Echebhoun, en lo que después fue Villa Ariza, que también contó con el especial atractivo de un tranvía a caballo que transportaba a los vecinos desde la estación ferroviaria hasta el barrio.

 

El Hospital de crónicos

 

Si bien las notas sociales son siempre muy escuetas en cuanto a información, hay una institución que aparece repetidamente en las páginas de Caras y Caretas: el Hospital de Crónicos de Ituzaingó, luego conocido como el Hogar Martín Rodríguez.  








Este establecimiento aparece con motivo de su inauguración en octubre de 1917.  [12]

Dos fotografía ilustran este acontecimiento: una vista de los pabellones del hospital construido por la municipalidad de la capital en predios de la zona sur de Ituzaingó en tanto en  la siguiente imagen están retratados los numerosos concurrentes entre los que se encontraban políticos y prestigiosos médicos recorriendo las instalaciones.

A esta primera referencia al Hospital de Crónicos que fue tal vez una de las instituciones que hicieron saber a muchos sobre la existencia de este pueblo, siguen dos notas importantes donde se da cuenta de las actividades que allí se realizaban y la historia de vida de algunos de los internos.








En 1919 dos años después de su creación, hay una nota a dos páginas donde con grandes fotografías se reproducen vistas de los pabellones y jardines, la sala de atención médica y un grupo de enfermos comiendo al aire libre en una original mesa construida por ellos, recubierta de chapas de numeración de automóviles.[13]  El artículo informa sobre los objetivos de la institución, que fundamentalmente se propone descongestionar de enfermos crónicos a los hospitales de la capital. A los primeros pabellones de madera se han agregado nuevos construidos con todas las normas de higiene, sumándose a las primeras 50 camas, 30 más. El hospital daba la posibilidad a los enfermos que podían trabajar, de hacerlo. También fue creada una biblioteca a la que aportaban sus donaciones los principales diarios y revistas de la capital.









 

En una publicación posterior (1930), [14] se describe  el Hospital de Crónicos con lujo de detalles, y puede verse el crecimiento que tuvo.  Los terrenos que pertenecían a la Municipalidad de Buenos Aires ocupaban varias hectáreas en las que había “varios pabellones con techos de tejas rojas y enormes patios, en los cuales alternan los grandes veredones con los jardines perfectamente cuidados”  También describe la capilla “de estilo colonial” donde los enfermos “acuden a ella para elevar sus preces al cielo en procura de un casi imposible vuelco de su salud y su fortuna”.  El establecimiento ocupaba 35 hectáreas y fue ampliando sus instalaciones a lo largo de los años. El texto dice que allí “se refugian las tragedias de mil almas” y es el hogar de centenares de desheredados.” Allí convivían músicos en desgracia y abuelitas abandonadas por su familia, junto a ciegos que ayudaban a sus compañeros, un viejo domador semi paralítico, un organillero que perdió todo y ancianos que paseaban por “los jardines del hospital, como único consuelo”. Todos tenían en común el estigma de una enfermedad crónica e incurable.








Estas historias de vida nos permiten reconstruir todo un mundo que nos muestra un sector de la sociedad que no solo fue abandonado por sus contemporáneos sino por la historia. Se trata de los enfermos, de los marginados, de los pobres, todos seres que la sociedad apartaba o abandonaba y cuyas historias se hacen visibles en las páginas de Caras y Caretas.

Un dato interesante sobre este nosocomio surge de una nota sobre el constructor Luis Falcone en este caso relacionada con la construcción del palacio municipal de Mar del Plata. Allí encontramos que este prestigioso constructor con obras tan importantes como el palacio municipal de Buenos Aires, el matadero municipal de Mar del Plata, el Balneario del Centro Militar de Olivos y el edificio del Banco Nación de Flores, entre otras, también fue constructor de la Colonia de Crónicos General Martín Rodríguez de Ituzaingó. [15]

 

Las notas de color

 

Volviendo al tema de los personajes que vivían en los márgenes de la sociedad encontramos una nota de dos páginas  titulada “El hombre de los tachos” [16] donde se describe la vida de un hombre que vivía  a la vera de la estación Ituzaingó del Ferrocarril Oeste en unos enormes tachos que habían pertenecido a una grasería y que estaban abandonados hacía treinta años.  Los tachos “misteriosos” según dice “estaban en los campos de Bernardo de Irigoyen (hoy de Nazar), donde el misántropo ha establecido su domicilio, en vista de la suba de los alquileres”. Este artículo escrito en 1912 nos informa de un establecimiento anterior a 1880 y del cual no teníamos noticia, pero además fuera de la anécdota del pobre hombre que vivía a la intemperie y era mantenido por el vecindario, reflexiona de forma irónica sobre el tema de la vivienda y la huelga de alquileres que estaba en plena discusión por esos días: ”Desde Diógenes, el filósofo cínico de Atenas, que vivió perfectamente dentro de un barril, hasta Jesús Sueiro – ilustre personaje de la Coruña – que vive en una viejas calderas arrumbadas, en Ituzaingó (F:C:O), desde el uno hasta el otro, repetimos ¡cuántos ejemplos nos ofrece la historia de sujetos que se ríen de los alquileres y viven gratuitamente en casas cuya tranquilidad ya quisieran para las suyas muchos millonarios!”




Es interesante como la revista daba cuenta de una época en que la desigualdad social era extrema, donde gran parte de la población, especialmente  inmigrante se hacinaba en conventillos, como consecuencia de la segregación y la escases  de viviendas. La revista adoptaba un tono satírico para narrar sucesos dramáticos, en tanto dependía de los lectores la interpretación del texto.

En Caras y Caretas convivían las notas que reflejaban a la más rancia sociedad porteña y provincial con otras donde se exponía la vida de los márgenes y las rarezas de extraños personajes. Como dice Geraldine Rogers [17] en su libro sobre Caras y Caretas: “Aunque con lógica integradora (la publicación) incluía representaciones de los distintos grupos sociales, había también líneas de exclusión que señalaban identidades ajenas a la comunidad del «nosotros» en que la revista incluía a sus lectores… Eran los raros, ajenos a la producción económica y a la organización social. Las notas promovían una mirada entretenida y condescendiente hacia extrañas formas de vida, transmitiendo a la vez el alivio de distinguirse de ellas. La alteridad representada era la contraparte oscura de la vida civilizada e higiénica a la que los lectores aspiraban.”

 

La caída del avión 

 

La última referencia que encontramos relacionada con Ituzaingó es la caída de un avión sobre el Hogar Martín Rodríguez.[18]. Con el título “Un avión cae sobre el techo de un asilo”, se describe la “espectacular caída” de un avión de la línea Asunción-Rio de Janeiro que había salido minutos antes del aeródromo Presidente Rivadavia, como se llamaba entonces el de la Base Aérea de Castelar, situado muy cerca de esa zona de Ituzaingó.





Más allá de la noticia de esta tragedia donde hubo un muerto y dieciséis heridos entre los internos y ninguno en el avión, es interesante ver la forma en que la revista informa sobre los hechos. Son dos páginas con cinco imágenes que ocupan completamente las dos hojas, donde tres muestran escenas reales del avión caído, la atención a un herido, y el copiloto entrevistado por un periodista, en tanto dos enormes fotografía muestran a modo de reconstrucción un dibujo del avión cayendo. Este fue un recurso utilizado por Caras y Caretas para contar a los lectores sobre hechos ocurridos, especialmente trágicos o delictivos. Esta combinación de fotos ficcionales y fotos “instantáneas” no era invención de la revista. Ya la habían implementado a fines del siglo XIX los periódicos norteamericanos New York World, de Joseph Pulitzer, y New York Journal, de Randolph Hearst, que en su competencia por ganar nuevos lectores incluían fotos inventadas, trucadas, reconstrucciones y fotomontajes.[19]

Mucha imagen y escaso texto. En general estos relatos fotográficos consistían en secuencias de fotos incluso algunas con actores disfrazados que reconstruían escenas (un anticipo de lo que serían las fotonovelas), pero de manera sensacionalista. Esta fue una de las innovaciones que aportó la Revista al periodismo nacional, uno de cuyos ejemplos es la caída del avión en Ituzaingó.






 

El relevamiento realizado en la colección completa de la Revista Caras y caretas nos ha permitido recrear un período del cual teníamos pocas referencias periodísticas y orales. Nos acerca escenas de la vida cotidiana  al igual que voces olvidadas de protagonistas anónimos que tam­bién son parte de la historia de aquel pequeño pueblo del oeste del gran Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XX.  Asimismo nos revela algunos datos desconocidos que son la punta del ovillo para iniciar nuevas investigaciones.



 

 

 



[1]  Saez, Graciela “ El tiempo de las quintas”  Revista de Historia bonaerense, junio 1998

[2] Caras y Caretas N° 444, 6/4/1907

[3] Caras y Caretas N° 1220, 18/2/1922 y N° 1260 25/11/1922

[4] Caras y Caretas N° 1386, 25/4/1925, N°1417, 24 /1925, N° 1455, 21/8/1926, N° 1460, 25/9/1926, N°1495, 28/5/ 1927

[5] Caras y caretas  N° 1663, 16/8/1930, N° 1688 ,7/2/1931, N°1708, 27/6/1931, N°1789, 14/1/1933

[6] Caras y Caretas N°739, 30/11/1912, N° 1220, 18/2/1922, N° 1260, 22/11/1922, N° 1270, 3/2/1923

[7] Gamarnik, Cora ,  La  fotografía en la revista Caras y Caretas en Argentina (1898- 1939) Innovaciones técnicas, profesionalización e imágenes de actualidad. Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 44, n. 1, p. 120-137, jan.-abr. 2018

[8] Caras y caretas, N° 652, 1/4/1911

[9] Caras y caretas, N° 698. 17/2/1912

[10] Caras y caretas N°1380, 14/3/1925

[11] Caras y caretas N° 512, 25/7/1908

[12] Caras y Caretas  N° 995, 27/10/1917 

[13] Caras y Caretas N°1103, 22/11/19

[14] Caras y caretas N° 1654, 14/6/1930

[15] Caras y caretas, N° 2053, 5/2/1938

[16] Caras y caretas, N° 693, 13/1/1912

[17] Rogers, Geraldine Caras y Caretas: Cultura, política y espectáculo en los inicios del siglo XX argentino . La Plata EDULP 2008.

[18] Revista Caras y caretas, N°2077, 27/7/1938

[19] Gamarnik, Cora, La  fotografía en la revista Caras y Caretas en Argentina (1898- 1939) Innovaciones técnicas, profesionalización e imágenes de actualidad. Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 44, n. 1, p. 120-137, jan.-abr. 2018